El alcohol puede ocasionar que algunas vitaminas no se absorban bien lo que puede causar malnutrición aunque la persona coma normalmente. Más aún, las personas dependientes del alcohol tienden a perder el apetito. Su fuente principal de calorías muchas veces termina siendo el alcohol. Esto hace que no se alimenten adecuadamente lo que causa un problema de malnutrición aún mayor. El alcohol también causa irritación del tracto gastrointestinal y desgaste de la capa protectora del estómago. Con esto se producen náuseas, vómitos y en algunos casos, sangrado.
El hígado es otro de los órganos afectados por el alcohol. En las primeras etapas el consumo crónico de alcohol causa acumulación de grasa en el hígado. En algunos casos esto puede progresar hasta convertirse en hepatitis, la cual inflama el hígado y causa la muerte de células hepáticas. En otros casos puede desarrollarse cirrosis, la cual se caracteriza por la sustitución del tejido normal del hígado por tejido cicatrizal. Cuando esto sucede el hígado no puede llevar a cabo eficientemente su labor de procesar las toxinas produciéndose una intoxicación de la sangre que puede, incluso, causar la muerte.
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